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LBE: 06 FLUIDEZ LECTORA

Un artículo de Lucas Vaquero y Albert Reverter



El término “fluidez lectora” suele confundirse con el de la velocidad lectora, pero el primero, como veremos en este artículo, incluye más aspectos y cada uno de ellos tiene su importancia e influencia en la comprensión de un texto. Vamos pues a ver qué nos dicen los estudios al respecto y qué deberíamos evaluar en el aula al respecto de esta cuestión.

  

La fluidez lectora es la capacidad de leer un texto con precisión, velocidad y prosodia, de manera que facilite la comprensión. La precisión se refiere a la habilidad para leer las palabras correctamente (sin errores), la velocidad es la rapidez con la que se lee (normalmente medida en palabras por minuto) y la prosodia se refiere a la entonación, el ritmo y la expresión al leer en voz alta. Por ello, la fluidez se relaciona con la automaticidad, pero añadiendo prosodia y entonación. Como vemos pues, la velocidad lectora es solamente uno de los componentes a evaluar de la fluidez lectora.


En español, al ser un idioma transparente, la precisión se alcanza a una edad temprana, pero la velocidad se desarrolla de manera más lenta. La velocidad de lectura es quizás el aspecto más evaluado e investigado porque es muy fácil de medir. Ripoll, Tapia y Aguado (2020) ofrecen una tabla que compara las velocidades de lectura de hispanohablantes en cada uno de los cursos desde 1º de educación primaria hasta 1º de bachillerato.



Tabla tomada del Blog de Ripoll “Comprensión lectora basada en evidencias”


Un lector novato lee sílaba a sílaba con una lectura oral entrecortada o mecánica que carece de expresión, lo que dificulta la comprensión. En cambio, cuando la lectura es automática, se puede leer a golpe de vista (ruta visual u ortográfica), lo que libera espacio en nuestras memorias de trabajo y hace que el proceso de reconocer palabras sea menos demandante cognitivamente hablando. Una lectura fluida de un lector experto suena igual que si estuviese hablando. Sin embargo, es necesario cierta comprensión de lo que se está leyendo para utilizar el tono y la expresión adecuada. De hecho, un lector con alto nivel de fluidez puede tener dificultades con un texto poco familiar o con demasiadas palabras desconocidas.


Los lectores menos hábiles se centran en la descodificación, lo que hace que le queden pocos recursos para la comprensión y menos aún para su supervisión. A medida que se va ganando en fluidez la atención se enfoca más en la comprensión y/o en su supervisión, es decir, en monitorizar si está entendiendo lo que lee.


Por tanto, la lectura fluida es la base para una buena comprensión lectora, ya que libera la memoria de trabajo para concentrarse en lo que significa el texto. En los primeros cursos de educación primaria la velocidad lectora será uno de los principales factores que favorecen la comprensión y en cursos superiores se hace cada vez más importante la prosodia (entonación y expresividad). Trabajar sistemáticamente estos aspectos, en contra de lo que pueda parecer, favorece la motivación, ya que los niños/as no disfrutan de actividades que les parecen laboriosas y difíciles y sí de aquellas que realizan con éxito y que además, como es el caso, permiten entender e interpretar el mundo que les rodea (leer carteles, etiquetas de alimentos, cuentos, rótulos, etc.).


Si sabemos la importancia de la automatización para liberar la memoria de trabajo, en este caso para comprender textos y poder aprender de ellos, lo siguiente que debemos preguntarnos es: ¿cómo debemos trabajar la fluidez? 


Parece ser que es mucho mejor practicar la lectura en voz alta que de manera silenciosa, con buenos modelos y abundante retroalimentación. Para Ripoll y Tapia (2023) la mejor intervención para mejorar la velocidad de lectura es la lectura asistida, especialmente con procedimientos de lecturas repetidas. 


La lectura asistida es un conjunto de actividades en las que se lee en voz alta y con una persona que supervisa y ayuda al alumno a mejorar su lectura (modelado, corrección de errores y repetición de lecturas). En las lecturas repetidas el alumno lee varias veces un texto hasta conseguir hacerlo con una buena fluidez. Es importante que haya un buen modelado de un lector experto que también ayude y corrija al lector. 


Algunos autores sostienen que lo mejor es leer al menos cuatro veces el texto y proponer ciertos objetivos como un número determinado de palabras por minuto y algunos refuerzos o recompensas si se alcanzan. Podemos dejar elegir el texto al estudiante, pero guiándolo para que no sea demasiado difícil, ya que puede ser beneficioso, al menos al principio, utilizar textos más sencillos que puedan leer con soltura y donde acertar con la entonación sea más sencillo. También se pueden utilizar estructuras cooperativas, como la tutoría entre iguales, donde los alumnos con más dificultades se emparejan con lectores más hábiles y realizan un trabajo sistemático de lectura. Por último, algunas propuestas incluyen el trabajo de aquellas palabras que han resultado más difíciles de leer o con las que se han cometido errores en la lectura.


No debemos olvidar que, aunque de manera indirecta, la mejora de la precisión produce efectos en la fluidez, sobre todo en edades tempranas y en alumnado con dislexia, por lo que hay que trabajar de manera combinada la precisión y la velocidad. Como hemos visto en entradas anteriores, el trabajo sistemático de la conciencia fonológica y de las relaciones entre letras y sonidos (grafemas y fonemas), son las intervenciones más respaldadas por la investigación para la mejora de la precisión. Además, la mejora en la lectura hace que esta nos requiera menor esfuerzo y que aumente nuestra autoeficacia, por lo que estaremos más motivados a leer, lo que conlleva más práctica y mayor progreso en la automatización.


Por último, una vez alcanzada una alta precisión y una velocidad de lectura adecuada, debemos dar paso a la prosodia o entonación. Para ello, además del modelado y de la práctica, podríamos señalar explícitamente y marcar en el texto las pausas, no solamente donde hay signos de puntuación, si no en aquellos espacios en medio de oraciones largas o subordinadas en las que pausamos el habla cuando nos expresamos oralmente. Como decíamos antes, el objetivo es leer como si estuviésemos hablando. De cara a la evaluación de la fluidez, os dejamos esta rúbrica que tiene en cuenta todos los aspectos citados y que es de sencillo uso y aplicación, eso sí, insistiendo en la necesidad de que, a la hora de evaluarla, el alumno no se enfrente a ese texto por primera vez, sino que ya esté familiarizado con él.




 Las puntuaciones de 10 o más indican que el alumno  está haciendo un buen progreso en su fluidez.
La rúbrica está adaptada de Zutell. J & Ramsky, T.V. (1991) 

En la sección “DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA: EJEMPLOS DE ACTIVIDADES” describiremos algunas estrategias o actividades prácticas para mejorar la fluidez y, por supuesto, la comprensión (lectura pareada, lectura en sombra, PPP, lectura compartida, lectura en coro…). Eso sí, no podemos abstraernos de comentar quizás la que sea la práctica más extendida en las aulas al respecto de la práctica de lectura: la lectura en voz alta por turnos. ¿Es la más adecuada? ¿Mejorar la fluidez de nuestro alumnado? ¿No es acaso un ejercicio con milenios de años detrás de él que lo avalan?


Ripoll en su libro “Enseñar a leer” (2015) cita algunos de los inconvenientes de la lectura por turnos que, aunque no está avalada por la investigación, sigue siendo muy popular:


  • El alumnado lee realmente muy poco tiempo al distribuirse la lectura entre todos los demás.

  • No hay oportunidad de volver a leer el fragmento aplicando las sugerencias proporcionadas.

  • Es poco habitual en la vida real tener que leer un texto sin preparación previa.

  • Puede producir ansiedad al alumnado que ve expuestas sus dificultades ante sus compañeros.

  • Los alumnos con dificultades pueden aumentar la velocidad inadecuadamente

  • Los alumnos más aventajados pueden aburrirse de escuchar a alumnos que leen lentamente.

  • Los modelos que tienen son de principiantes y no de expertos lectores.

  • Muchos alumnos se desconectan de la actividad.

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